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ámsterdam del alma

a lo oscuro los fantasmas



Cuando un fantasma se manifiesta para que lo percibamos con los sentidos d'os olhos no siempre es registrado por nuestra retina. Mírese el dibujo de mi antigua casa del Jordaan, por favor. ¿Dónde está el fantasma? ¿Lo imaginan tras la puerta del pasillo, a punto de entrar al cuarto? No: lo imaginan en el armario. Escondido. La luz del pasillo le hace problemas. Sabemos que necesitaría cargarse de bastante energía para que lo viéramos como a cualquier hijo de vecino bajo la bombilla. Pero la energía que extrae de nuestra mente es muy maleable en la oscuridad. Sólo con que logre que pensemos su existencia, sus formas se definirán sin mucho esfuerzo. A oscuras es lo más parecido a cualquier mortal; y lo que en definitiva quiere el fantasma es vivir en nuestro mundo.
Y no sólo por razones energéticas le resulta más fácil el armario oscuro. Cuanto más definamos la acción en que ha de existir, más fácil le será existir. Espiando por una ranura, por ejemplo. Sus ojos son ojos porque los vemos.

[Mi hermana es capaz de caminar en absoluta oscuridad por su inmensa casa, ‘viendo' el accidente más milimétrico a su paso. A veces choca con extraños que le impiden todo avance.]

Claro que no sólo con pensarlo se colará en el armario. Hay otras cosas. Ayer mismo llegó a mi buzón un email sobre el estado de los astros: El sol está en escorpión; como cada otoño, creo, aunque no estoy muy puesta. Ello vendría a implicar que la misteriosa zona entre vivos y muertos sería más tenue que nunca. Este año parece que especialmente.

Conclusiones estas, pues, de mi ducha de hoy. Al entrar luego en el dormitorio, -como si allí hubiera estado haciendo sitio desde antes de que yo naciera-, un libro desconocido me saltó a los ojos. ‘New directions 24, An International Anthology of Prose and Poetry' se llama, sin perjuicio de que de lo que yo les estoy hablando a ustedes es pura neurofísica. Lo abro, querido lector de esta bitácora de su agrado, y encuentro un texto escrito pabajo del asturiano Carlos Bousoño. Dejen que les transcriba un poquito. Se titula The Dance (de la colección Ode in the Ashes). Dice -extraigo-:

"Being and nothingness are made to dance together./They are made to dance and stay embraced./With heads together, with love and tenderness/The constant pair perform an eternal dance/In the endless dawn.[...]

Dust has renewed its nativity. Swallows/That never return to the nest,/Sepulchral doves, torn banners,/Distant bells, chirpings./It's here that the great dance has begun.[...]

Dry yourself in the midst of the cold October,/Lorenzo, plunge yourself into the plethora of nothing.[...]

Tell me,/Travellers who erase your footprints with such care/and attention and vanish into the night,/Tell me where you are, to what strange splendour you return,/Invisible,/Where, dancers who question the mistery,/Where to find you. The dead,/Killed, assassinated: the living,/A mountain of sudden injury. Pale/Obscene cities, inhabited by bones,/Lofty urgent cathedrals,/Violins./Oh beauty, oh meaning,/Oh terrible living at the edge of a sob/And night where hope dies."

De todo lo cual se desprende que pareciera yo haber sido criada en familia de cuáqueros, con esto de abrir un libro y sentir sus grafías como sagrados mensajes eternos con ecos del desierto. Me voy a quedar sorda.

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