en ocasiones...
EN LA CAMA CON UN MUERTO
Desperté en mitad de la noche. En la misma cama, mi hombre. Pero incorporado; con la espalda contra la cabecera. Entre ambos, y/o superpuesto a nosotros, un muerto. Tumbado. Un muerto que conozco, que prefiero no mentar. Qué espanto. Blanquecino. Di un respingo, situándome como hacia mitad de la cama, en realidad deseando saltar. No podía creerlo. Estaba en una zona franca entre muertos y vivos. El muerto (fantasma? espíritu?) hablaba. Yo cada vez encontraba más repulsivo estar allí, con un moribundo (y no digo muerto, pues no me parece que su comportamiento fuera el de alguien que se supiera muerto, y además parecía convaleciente). Decía algo sobre un perro. El perro tenía cáncer, o algo así. O el perro le había pegado el cáncer a él, o él al perro. Había un perro en su cuento. Yo no aguanté más la imagen y la idea de estar en la cama con un muerto. Mi hombre no quería yo tampoco que se rozase con él. Le dije: vamos, ven' en un impulso nervioso. Salimos juntos de la cama, y del dormitorio, muy rápidamente, pero el muerto fue con nosotros (Yo también'), fugacísimo, como de humo blanco, ocupando en realidad el mismo espacio que nosotros (a lo mejor se trasladaba justo gracias a nosotros). Y al pasar por el baño dijo: Me voy a duchar'. Y allí se apeó. Menos mal. Nosotros seguimos y llegamos a la sala de máquinas. Todo oscuro excepto las pantallas de los ordenadores. Qué terror: quién los había encendido. Me vino a la cabeza el diablo, o algún diablillo, o gente obsesiva y enferma y agobiante. Pero ahí quedó todo.
Se lo voy a contar al Claudio, a ver si le interesa para su paranormalia (donde publica sus historias de fantasmas y otras rarezas de la cotidianidad).
Creo que esta noche los fantasmas están achicharrados tirados detrás de las puertas, como los melones.
Esta tarde, en una sala de esperas encontré unas revistas sobre espiritualidad y ciencia. Leí una entrevista a una señora irlandesa que anda de universidad en universidad dando sus conferencias sobre: duendes! Dice que no tenía planeado dedicarse a eso, pero que un día, en una casa que alquiló en un bosque, se encontró con uno, que había encendido el fuego esperándola. Desde entonces.
Los duendes, a diferencia de nosotros -cuenta la pelirroja- no tienen dudas. Con la imaginación pueden crear mundos; pero que no se les desvanecen. Los humanos sí tienen dudas, razón por la cual no llevan a buen puerto ninguna creación mental. Nuestras creaciones mentales se quedan en algo claramente discernible de la realidad. No nos las creemos, vamos. De una creación mental nunca sacaremos dólares, ni siquiera falsos, ni leche materna, ni humo
A los duendes les gusta hacer zapatos. Y te hacen crecer las plantas si se lo pides. El ejemplar que conoció la pelirroja es intelectual (estudia al humano), pero este tipo no abunda. También le contó que quieren mezclarse con nuestra especie. Les gusta que somos libres.
6 comentarios
pepa -
Ciertamente tus comentarios le ponen emoción a este humilde blog, JDaniel.
Gracias.
JDaniel -
pepa -
Y cambiar es necesario, pero qué que ver con el muerto? Alomejor esres súper lector. Yo una vez le dije a un peruano: "Tenga por seguro que usted no va a vivir los próximos años de su vida en Perú, sino en Nueva York". Nada sabía él entonces de que llegaría a planear y completar tal mudanza. Fue tarot.
khandika -
pepa -
khandika -