¿fue un sueño-sueño?
El holandés Frederik van Eeden recogió en papel 352 sueños que tuvo entre el 20 de enero de 1898 y el 26 de diciembre de 1912. Los llamó lúcidos. Según él, en este tipo de sueños el individuo conserva plena conciencia de su identidad de fuera del sueño. Y es capaz de tomar decisiones utilizando los elementos que en el sueño se le ofrecen. Y todo sin dejar de estar soñando de lo más profundo. Lo cuenta en A Study of Dreams (1913).
Yo tuve un sueño que corresponde en parte con la definición de este señor, pues en él mi conciencia era la de la yo de este mismo instante. Tuve la sensación de haberme colado en otro mundo. Y justamente esta sensación de haberme colado en otro mundo me hace pensar que en realidad no estuve en un mundo de sueños sino en otro momento histórico que este de ahora; y no en Argentina o cualquier otra niñez sino en Ámsterdam, en una época bien tenebrosa: mediados del siglo XX.
Así, me levanto por la noche. Entro en el baño y alargo la mano para encender la luz, para lo que, como en muchas casas de hoy en esta ciudad, debo tirar de un cordón. Y aquí se activa la excursión curiosa: en un clik lo que enciendo en realidad es una lámpara de cristal verde, de pared, de estas de bordes ondulados, que se usaban a mediados del siglo pasado, y antes. Seguidamente salgo del baño y en el pasillo una rubia efusiva se me tira al cuello, oprimiéndomelo, y asustándome. Temo unos instantes por mi gaznate, pero en seguida me doy cuenta de que no me quiere la moza estrangular, sino hacerme cariños lúdicos: me está dando un achuchón a oscuras (ahora que nadie nos veía). Curioso que aquí yo sea yo, la pepa, y, sin embargo, casi con toda seguridad, hombre. Y esto es algo morboso- confieso.
Después del aquí-te-pillo-aquí-te-mato avanzo hacia la puerta de lo que en este mismo instante es mi living (por decirlo de algún modo). La abro y veo que dentro hay mucha gente, conviviendo. Veo un hombre calvo de gafas redondas sentado y leyendo el periódico (de amplias hojas), una señora, creo que planchando; hay niños a una mesa que escriben. Como sardinas en lata, pero en armonía. Y yo exclamo: Oh oh: Me parece que me pasé al otro lado'. Difícil definir qué es ese otro lado'. Mi intelecto en ese momento, y ahora, me explica que me he pasado como caballo de troya a otro mundo, existente históricamente.
Seguidamente decido irme de allí. Salgo a la calle y camino por una amplísima esplanada, rectangular, delimitada por edificios de unos tres o cuatro pisos, como de preguerra; barrio amsterdamés. Y empiezo a caminar -flanear- por aquel espacio, junto a otra gente, que está como paseando; y jugando, los niños.
Yo tuve un sueño que corresponde en parte con la definición de este señor, pues en él mi conciencia era la de la yo de este mismo instante. Tuve la sensación de haberme colado en otro mundo. Y justamente esta sensación de haberme colado en otro mundo me hace pensar que en realidad no estuve en un mundo de sueños sino en otro momento histórico que este de ahora; y no en Argentina o cualquier otra niñez sino en Ámsterdam, en una época bien tenebrosa: mediados del siglo XX.
Así, me levanto por la noche. Entro en el baño y alargo la mano para encender la luz, para lo que, como en muchas casas de hoy en esta ciudad, debo tirar de un cordón. Y aquí se activa la excursión curiosa: en un clik lo que enciendo en realidad es una lámpara de cristal verde, de pared, de estas de bordes ondulados, que se usaban a mediados del siglo pasado, y antes. Seguidamente salgo del baño y en el pasillo una rubia efusiva se me tira al cuello, oprimiéndomelo, y asustándome. Temo unos instantes por mi gaznate, pero en seguida me doy cuenta de que no me quiere la moza estrangular, sino hacerme cariños lúdicos: me está dando un achuchón a oscuras (ahora que nadie nos veía). Curioso que aquí yo sea yo, la pepa, y, sin embargo, casi con toda seguridad, hombre. Y esto es algo morboso- confieso.
Después del aquí-te-pillo-aquí-te-mato avanzo hacia la puerta de lo que en este mismo instante es mi living (por decirlo de algún modo). La abro y veo que dentro hay mucha gente, conviviendo. Veo un hombre calvo de gafas redondas sentado y leyendo el periódico (de amplias hojas), una señora, creo que planchando; hay niños a una mesa que escriben. Como sardinas en lata, pero en armonía. Y yo exclamo: Oh oh: Me parece que me pasé al otro lado'. Difícil definir qué es ese otro lado'. Mi intelecto en ese momento, y ahora, me explica que me he pasado como caballo de troya a otro mundo, existente históricamente.
Seguidamente decido irme de allí. Salgo a la calle y camino por una amplísima esplanada, rectangular, delimitada por edificios de unos tres o cuatro pisos, como de preguerra; barrio amsterdamés. Y empiezo a caminar -flanear- por aquel espacio, junto a otra gente, que está como paseando; y jugando, los niños.
10 comentarios
Anónimo -
Sólo varía la coordenada tiempo. Existe tu vida (eterna) como un sinfín de experiencias, de las cuales la actual es sólo una. En los sueños dejas la ropa más densa y te quedas con el t-shirt. No estamos programados para recordar vidas pasadas, o estados conscientes en otros planos, pero a veces, sin fieras luchas, sin un método, sin técnicas empecinadas de años, el milagro sucede. Al menos sirve para recordar nuestro origen, y que este mundo es lo que dice Marie. Japi niu iar.
pepa -
Cuando yo 'me doy cuenta' en el sueño de que me he pasado 'al otro lado' estoy, claro, despertando de un estado (de cierto tipo de ignorancia, o inconsciencia).
'Despertar' en definitiva no es sino cambiar de estado, convertirse uno en una ginda bien roja sobre una tarta gigante de merengue. Por ejemplo. Es 'delimitarse' vigorosamente mediante líneas y colores; pintarse.
pepa -
pepa -
Dices, pequeño qvark, que "con mucha experiencia" puedes hacer aparecer cosas. Que increíble manera fiera de agarrar lo inasible la vuestra.
pepa -
pequeño qvark -
JDaniel, muy buenas las técnicas. Todas se engloban en lo que se llama "control de la realidad (reality checks). Otra técnica muy conocida consiste en llevar un reloj digital (o una radio-despertador digital en la mesa de noche). El chequeo consiste en que, cada cierto tiempo durante el día, mires el reloj y compruebes la hora, apartes la vista y luego vuelvas a mirar el reloj. Si lo que ves es coherente entonces estás en el mundo real. Pero si la hora ha saltado varios minutos u horas o, lo que es más infalible, los números se han convertido en signos extraños... entonces empieza el juego, estás en un lúcido :)
JDaniel -
Hay un tip para quienes tienen estas experiencias habitualmente. Te jalas el dedo mientras estás en tus labores diarias. En "el otro lao" existe la ley de plasticidad, o sea que como todo se repite en los sueños, lo repetirás y tu dedo se estirará, y te darás cuenta de lo que está pasando y donde estás ciertamente. Como no existe tampoco la gravedad, tu ejercicio diario podría ser saltar (si estás "allá" flotarás). Lo esencial es que mientras lo haces en vigilia estés con la certeza de que sudederá. Todo lo que creas será real en el otro plano, y si tu mente es excéptica, y en la vigilia piensas "no se estirará, que estupidez", ...mientras sueñas tampoco sucederá.
Recordar fragmentos de otras vidas es apasionante, pero estamos tan dormidos que resulta difícil sacar provecho
Marie -
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
Segismundo en - "La Vida Es Sueño" de Calderon de la Barca
pepa -
Gusto de volver a verte por aquí, khandika.
khandika -