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ámsterdam del alma

y la güeá aquella del estado de derecho, qué?

Ayer el parlamento aprobó por mayoría las nuevas medidas antiterroristas presentadas por el ministro de justicia. Dos puntos esenciales: cualquier persona, sin prueba alguna de nada, puede ver prohibida su libertad de salir a la calle; y/o ser obligada a presentarse periódicamente ante las autoridades si a estas se les canta. Por otro lado, habrás de andarte con cuidado, pues tu ideología será desentrañada por especialistas, que señalarán como punibles actos de expresión de odio. Desearle la muerte a Verdonk o un Van Gogh connotaría que compartes la ideología de un terrorista moro. Y ahí cagaste.
Un diputado (1) de la sala señaló que con estas medidas se violan los derechos básicos defendidos en la constitución y en otros tratados sobre derechos humanos. Replica el gobierno que esos derechos de los que él habla "no son absolutos".

Apaga y vámonos.

Dice el gobierno que hay que sacrificar libertades si queremos protegernos.
Y nos pide que nos tranquilicemos. Que hay libertades y libertades. Todo depende del origen tuyo y/o de tus padres. Cuando salgas mañana a tomarte una cerveza con unos amigos nadie te va a detener así nomás. Pues seguramente eres rubio. A las autoridades no se les va a ir la mano. Todavía hay justicia. Confía. Entrégate a ellos. ¿Acaso no te das cuenta, por lo demás, de que este es un gobierno plenamente comprometido con el respeto al individuo? Confía; a pesar de que, por cierto, introducen también en los juicios a partir de ahora la figura del testigo secreto. Que no participa en el juicio. Sólo el fiscal y el juez saben de él y de sus declaraciones. Acorde, ciertamente, con la ya introducida ley que permite usar contra ti información que obtuvieron ilícitamente (pinchazos telefónicos) y chivatazos anónimos (que ellos mismos pueden falsamente preparar para justificar tu asalto y detención).

Por si fuera poco, la irracional comparsa somalí, amenazada de muerte sobre el cadáver del cineasta, gusta de usar las vías políticas a su alcance para intentar resarcirse: propone, a juego con todo este ataque al estado de derecho, que a los moros que maltratan a sus mujeres se les aplique la legislación antiterrorista. Y es que, dice, su mentalidad no es moderna, y sabe dios lo que dicen en esas cocinas con olor a cabra.

Pues muy mal, con esta panda de bestias.

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