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ámsterdam del alma

los pulpos se disfrazan de bípedos

Pulpos que caminan a dos patas, disfrazados de coral el uno y de coco el otro. Estas imágenes -publicadas por la revista Science digital- me han provocado una pesadilla de toda una noche. Soñé que instalaba una pantalla inmensa en una especie de carpa de circo posnuclear, al que convocaba a dirigentes anarquistas, poetas, grafiteros, guerrilleros y otra serie de personajes de los que se asoman en épocas de descubrimientos críticos, y les proyectaba los vídeos de los pulpos. En estos vídeos -de cuya existencia me enteré leyendo el NRC - se puede ver a unos seres de múltiples tentáculos, y sin esqueleto, caminando -sin detrimento de ello- ¡a dos patas! de lo más castizos. Qué impresión, oye. Sobre todo el que se disfraza de coral es llamativo. Parece un ladrón de dibujos animados huyendo, en humanos andares; disponiendo sus tentáculos y cabezón, pues, a modo de vestido a lo Carmen Miranda. Yo ya sabía, de declaraciones de pescadores del Cantábrico, que estos bichos tienen una sensibilidad extraña; que se entienden con los humanos. Cuentan que son sensibles a los mimos; que a veces, cuando alguno ha caído en la superficie del barco, y lo han agarrado, el pulpo se ha puesto como a jugar dulcemente con el humano, buscando un acercamiento bastante íntimo. “Tienen sentimientos”, he oído decir a estos hombres de la mar.
Ahí tienen los vídeos. Yo no los puedo ver ya. Siento grima de acordarme de tantos de estos bichos a la gallega que me he zampado. Me siento caníbal.

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fede -

qué barbaridad