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ámsterdam del alma

llámame, Cohen



Unos 23.000 euros de los contribuyentes amsterdameses han ido a parar al palomar que han instalado en Dam, en la azotea de los almacenes Bijenkorf. El ayuntamiento no quiere gasear a los "ratones voladores", como algunos llaman a las palomitas, por lo que ha optado por probar con esta caseta metálica, a ver si reducen la población cagocolombina, que todo lo deja perdido. Dice el concejal encargado, que inauguró la caseta con champán, que esta tiene dos funciones: engañar a las bestias voladoras, pues allí entrarán sin precaución a dejar sus huevos, que voluntarios presuntamente amantes de la especie, cual azafatas televisivas, cambiarán por copias en cal desde el otro lado del artilugio-‘hábitat'. El concejal quiere además que las palomas se vayan entrenando a comer allí quietitas y juntitas, y no por toda la ciudad.

Y digo yo: Cuántos amigos manitas/profesionales de la factura de casas, casetas, cobertizos, palomares y pajareras en general conozco yo, y que con tanta pericia construirían un pentlomar por menos de la mitad de precio, incluidos mis honorarios por intermediación. Señor alcalde, una vez más: llámame, no jodas.

1 comentario

ricky -

Aquí, por si no te has enterado, hay que ser sobrino primo ahijado tío o tío abuelo de algún concejal o jefe de sección de ayuntamiento para conseguir esas pegas. Si no, te pagan 7.50 por hora bruto si es legal y neto si es negro. O sea, por un pentlomar a 40 horas te ganarías 300 euros. La importancia de llamarse Jan.