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ámsterdam del alma

Van Gogh salvó al CDA

No puedo creerlo. Balkenende, el primer ministro, acaba de hacer unas declaraciones en televisión que no esperé nunca de él. Dice, a propósito del asesinato de Van Gogh, que los moros parece que se pueden sentir tocados por cierto tipo de lenguaje –el que usaba Van Gogh-, por lo que hay que saber también contenerse, pues debemos en Holanda respetarnos unos a otros. Él diciendo estas cosas, él, que hace no mucho declaraba que los valores y normas de los moros eran las sospechosas. Nunca ha hecho con respecto a ellos otra cosa que criminalizarlos.

Con la densa violencia desatada en el país el 2 de noviembre se ha olvidado la crisis en que nos encontrábamos tras la aprobación de los ilegítimos recortes presupuestarios para el próximo ejercicio. La tensión –recordarán- era grande: Holanda conocía hace unas semanas la mayor manifestación nacional desde hace 20 años. Las huelgas se convirtieron en pan de cada día... y de pronto, los problemas entre gobierno y sindicatos se arreglan; llegan a satisfactorios acuerdos. A pesar de su importancia, el asesinato del bocazas hizo total sombra al éxito de las negociaciones. Y tan difíciles que se presentaban en principio: duros de roer los ministros; inransigentes los sindicatos. Sin embargo...

Yo tengo la impresión de que se trató aquí de la intervención decisiva de Balkenende, que instó a los ministros a dejarse de joder la marrana. Él mismo no se había dado cuenta antes, pero “cago en la mar, el país se nos va a ir al puro carajo. Los obreros primero, y ahora los moros. Chicos, creo que nos estamos pasando”. Así, quiso liquidar de una vez el asunto de los sindicatos.

Y hoy lo escucho diciendo estas cosas por televisión a propósito de valores y normas de la sociedad holandesa. A su propia mención del tema, el periodista le espeta que parece –con el asesinato del moro en mente- que dichas normas y valores, tan traídas y llevadas por Balkenende durante toda su jefatura -ícono de su imagen- no están siendo respetadas. La sorpresa de la autora de esta bitácora de su agrado fue mayúscula cuando escucha decir al que forma coalición, desde su afiliación al CDA, con los tres jinetes del apocalipsis VVDiano, que “ejem, a la hora de abrir la boca también habría que tener en cuenta la existencia de valores y normas [no sólo a la hora de accionar un gatillo]”. Llamó al respeto mutuo; señaló que debemos hacernos cargo de que hay un sector de la población –[los moros]- que puede sentirse muy agredido con ciertas expresiones referidas a ellos [los insultos de Van Gogh]. Él dice todas estas cosas, en este momento. Qué atrevida sensatez inesperada.

No puedo explicérmelo de otro modo: ha estado reunido con los capos del CDA. Sin duda ha escuchado al que desde el principio debió emular como a maestro, que es Van Agt (primer ministro de finales de los 70, cuando la política en este país era humana/-ista). Sin duda le han recordado que hay que respetar a todos los ciudadanos; que no puede haber distintas categorías. Él -débil moral- estuvo entretenido dejando experimentar a sus ministros sin escrúpulos, que gustan de acosar a la población, de arrebatarles los derechos que les pertenecen. Pero el país se le hizo grande. Ya no quiere jugar. Le dio miedo.

¿Seguirá las consejas de los maestros? Si es así, recuerden –pronostico-: el gobierno se divide. El CDA se distancia del VVD. Dentro del VVD se producirá a su vez una escisión (piensen en la postura antifacha del VVDer Dijkstra, frontalmente opuesto a los tres jinetes del apocalipsis –la mierda, la caca y la porquería... perdón: Verdonk, Remkes y Zalm).
Y a propósito de esto último, interesante es que la muerte de Van Gogh salvó al CDA de escindirse. Y es que este partido de gobierno se encontró dividido en dos bandos: uno a favor de los recortes asociales, y el otro en contra. Este último, del lado de los sindicatos. Antes del asesinato, el gobierno corrió el serio riesgo de caer debido a la escisión del CDA. Por las razones que expuse ya las diferencias dentro del CDA se neutralizaron. Este partido se salvó en aras del cineasta.

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