ni migas
De nuevo en este remanso de paz que es Ámsterdam, la bitácora. Los gorriones se extinguen en Holanda. Hace tiempo que lo quería contar; pero mataron a Van Gogh. Razones: que se abandonó la costumbre de sacudir en el jardín los manteles; y que el tipo de agricultura cambió (olvidé el detalle agrónomo: hace ya que lo leí).
Y tengo la cabeza llena de discusiones on y offline sobre la matanza del bocazas. Y sus terribles consecuencias. Se ha perdido el norte aquí.
Un helicóptero me sobrevuela.
Yo culpo al gobierno. Tratándose el asesinato de Van Gogh, como es el caso, de un asesinato político cualquiera, no le corresponde más que al juez meter cartas en el asunto. Las razones que alegue el asesino para su crimen (que hable del islam en los mensajes que dejó) no deben ser tenidas en cuenta por el gobierno, ni discutidas, pues, como Dijkstal dice, entre otras cosas sería poco menos que justificar el crimen).
Aunque, paradójicamente, el gobierno se pronuncia sobre las razones del asesinato ciertamente no para justificarlo. Recuerda a la población y a la prensa internacional y otros organismos que el asesino es moro -con razones moras- para justificar así el endurecimiento de su política contra la población musulmana (fundamentalista). Para ello utiliza el dato.
Y, así, la población, animada por el empuje del gobierno -y también por cierta prensa malformada- identifica el problema actual de nuestras calles con un problema de terrorismo musulmán internacional, cuando lo que pasa es que ha brotado una ola de vandalismo de la mano de grupos neonazis y afines. La población -y tanto periodista teutón- ha olvidado, pareciera, que el asesino no anda suelto. Prefieren -les conviene- hablar de que los moros están terminando con la tolerancia en Holanda. Y mientras siguen actuando los quema-escuelas y palabreros inmorales.
Y tengo la cabeza llena de discusiones on y offline sobre la matanza del bocazas. Y sus terribles consecuencias. Se ha perdido el norte aquí.
Un helicóptero me sobrevuela.
Yo culpo al gobierno. Tratándose el asesinato de Van Gogh, como es el caso, de un asesinato político cualquiera, no le corresponde más que al juez meter cartas en el asunto. Las razones que alegue el asesino para su crimen (que hable del islam en los mensajes que dejó) no deben ser tenidas en cuenta por el gobierno, ni discutidas, pues, como Dijkstal dice, entre otras cosas sería poco menos que justificar el crimen).
Aunque, paradójicamente, el gobierno se pronuncia sobre las razones del asesinato ciertamente no para justificarlo. Recuerda a la población y a la prensa internacional y otros organismos que el asesino es moro -con razones moras- para justificar así el endurecimiento de su política contra la población musulmana (fundamentalista). Para ello utiliza el dato.
Y, así, la población, animada por el empuje del gobierno -y también por cierta prensa malformada- identifica el problema actual de nuestras calles con un problema de terrorismo musulmán internacional, cuando lo que pasa es que ha brotado una ola de vandalismo de la mano de grupos neonazis y afines. La población -y tanto periodista teutón- ha olvidado, pareciera, que el asesino no anda suelto. Prefieren -les conviene- hablar de que los moros están terminando con la tolerancia en Holanda. Y mientras siguen actuando los quema-escuelas y palabreros inmorales.
3 comentarios
pepa -
pepa -
luis garcía -