no te cobran
Nuevo fenómeno citadino: el de las tiendas donde no pagas. No es broma. En Ámsterdam está en la okupada Havana, el antiguo club de maricas, en la Regulierdwarsstraat 17 (de 10 a 17). Se llama Vier De Wereld (Celebra el Mundo). Comparte espacio con una galería. De momento tienen juguetes, pero la idea es ofrecer ropa, libros, mashines ordenadoras y cualquier tipo de energía'. Dicen que si universal es la ley lógica de que uno recibe lo que da, que ellos se apuntan. Por primera vez apareció uno de estos centros en Leiden, en 1999. Centros prefieren llamarlos, pues no sólo cosas materiales se ofrecen; también servicios, de cualquier tipo (hmm).
Puedes dejar cosas que te aburran -por ejemplo- allí, para que tengan alguna otra vida con alguien más dedicado.
Habla con Alec Boswijk (0613541422) si te interesa trabajar con ellos, que parece que necesitan voluntarios, pues mucho de idealismo envuelve al proyecto.
Me recuerda al proyecto de las bicicletas blancas de los setenta: el ayuntamiento las dejaba en la calle, y el que las necesitaba las usaba y volvía a dejarlas, sin candado, donde le cuadrase, hasta que pasase algún necesitado de transporte. No sé. Ya ven en que derivó la idea -y hablando de lógica-: Se queda sin ella el dueño (que tal vez pagó sus 200 0 2.000 por ella) bien a regañadientes; y la recibe con culpa el nuevo comprador, cómplice de un robo, si bien poniendo un dinerito. Y todo para una mísera dosis envenenada. Que cada vez venden más mierda.
Yo estoy impaciente por ver lo que dicen de la tiendita los caló, los cristianos reformados, los polacos, e infinidad de tribu más que circula por nuestras calles. Lo cierto es que en el resto del país parece que sí funcionan. La de la foto es la de Amersfoort. Más fotos >>
Puedes dejar cosas que te aburran -por ejemplo- allí, para que tengan alguna otra vida con alguien más dedicado.
Habla con Alec Boswijk (0613541422) si te interesa trabajar con ellos, que parece que necesitan voluntarios, pues mucho de idealismo envuelve al proyecto.
Me recuerda al proyecto de las bicicletas blancas de los setenta: el ayuntamiento las dejaba en la calle, y el que las necesitaba las usaba y volvía a dejarlas, sin candado, donde le cuadrase, hasta que pasase algún necesitado de transporte. No sé. Ya ven en que derivó la idea -y hablando de lógica-: Se queda sin ella el dueño (que tal vez pagó sus 200 0 2.000 por ella) bien a regañadientes; y la recibe con culpa el nuevo comprador, cómplice de un robo, si bien poniendo un dinerito. Y todo para una mísera dosis envenenada. Que cada vez venden más mierda.
Yo estoy impaciente por ver lo que dicen de la tiendita los caló, los cristianos reformados, los polacos, e infinidad de tribu más que circula por nuestras calles. Lo cierto es que en el resto del país parece que sí funcionan. La de la foto es la de Amersfoort. Más fotos >>
1 comentario
Susana -
Habra que pasarse para ver la cosa...