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ámsterdam del alma

rito, más rito, que me aburro

Voy en bici y escucho las campanas de una iglesia, luterana. Veo a lo lejos que un grupo de gente bien vestida espera a la puerta. Tate, una boda; vamos a mirar. Me sitúo de lujo en un puente. Detrás de mí, un exhippy, con sus sandalias y calcetines de lana, le dice a su hijo, mientras saca la cámara de vídeo y aparca la bici, con niño incluido contra baranda de puente: “Vamos a filmar el capitalismo, hijo. Los ricos hieden”. Y se siente que los novios ya están alcanzando el final del pasillo. Entonces un tipo con pinta de administrador de barrio de chavelas, llama desde la esquina, debajo de la campana – que ya dejó de sonar – a unas muchachas vestidas con plumas de colores y en bañadores dorados y piernas prietas, ajustándose apuradas los tocados, que llegan a tiempo de que los novios pisen el umbral de la puerta. Ahí amigos y familiares les tiran flores y unos seis muchachos negros, tal vez surinameños en vez de brasileños, como ellas, empiezan a tocar samba de janeiro, y ellas dan un pase por delante de los novio nosequé y se llevan al novio y a la novia detrás, y a todo el resto de invitados más detrás aún.

Me decía un abogado que tuve yo una vez por estos lares – y que salió rana, pues un amigo del público fue quien tuvo que arreglarme el caso, pidiéndole permiso al juez por favor si le dejaba a él defenderme – que a los holandeses se les acabaron los ritos hace mucho. Y que los necesitaban con urgencia. Él acabó casándose, por cierto, con una princesa georgiana.

Y novios y comitiva canal adelante detrás de las chicas venga a mover el culo y los vivos de los tamboreros entretenidísimos con tanto público del vecindario, que aparecía por todas partes atraído por el estruendo emocionante de esta boda.

1 comentario

luis antony -

¿Gritoles alguien ¡VIVAN LOS NOVIOS!?