denuncié a un cajero más que impertinente
Fui a comprar mejillones Euro Shopper al Albert Heijn. Porque están a 3,95 euros dos kilos. Para darle rico sabor al arroz. Con vino chileno La Fuente, del Valle Central (2,49). El cajero me dice, agriando la voz, que ya que he cojido una bolsa de la compra mejor que lo hubiera hecho por aquí en lugar de por allí y no sé que más bobadas. Despistada, contrariada e incrédula le digo Wat zegt u?' [cómo dice' nomás]. Y el muy bestia porquino me grita Nederlands!': Que aquí se habla holandés -(nos enzarzamos)-, que si acaso, claro, no lo entiendo, que él es sencillamente realista en este país, que realista va a ser su jefe después de que yo hable con él, señor Moores [de gafas, colorado], que si no está en este momento. Total, que excitada me acerqué a un mánager, a ver si lo echan a la puta rue. Aunque matarlo es lo que tenía que haber hecho; o al menos haberle torcido a concho las patillas de las gafas, convirtiéndoselas en inservibles, para que él mismo, al salir luego a la calle, hubiera procurado su propia desgracia.
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