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ámsterdam del alma

ya llegaron



Llegó el frío, y con él los cisnes. Aunque ellos justamente huyen de las bajas temperaturas del norte del continente. Pero mírenlos, como jugadores de rugby en paseíllo a la plaza en pleno agosto. Los bichos son bien comunicativos. En la foto de la izquierda se acercan a esa ventana porque han visto a una señora a culo alzado arreglando el cuarto. Como no les hace ni caso dan la media vuelta y siguen su camino, buscando con quién meterse. Y siempre juntitos. A menudo forman puntas de flechas. Qué comerán? Se dice que vegetales que encuentren en el agua, pero me corto yo la cabeza a que prefieren vivir de la voluntad del amsterdamita bípedo que habita cerca del agua. Con toda probabilidad, pues, pan de ayer integral, mucho más salubre que el escaso vegetal de estas sucias aguas. Las gallinetas, que anidan todo el año en estos canales, necesitarán además las escasas reservas que haya; conque no estaría bien llegar de fuera, con semejante tamaño, y robarles las verduras a tan pequeñas y sufridas avichuelas. Aunque yo he visto con mis propios olhos, en Marken, ese pueblo de cuento germánico con gente vestida en trajes folklóricos holandeses, cómo un cisne puede actuar con la mayor violencia imaginable: se abalanzó aquel sobre una congénere, a la que empezó a follar por sorpresa, me pareció, con todo lujo de escandalosa conducta, en un canalcito entre un par de casas; de noche, si bien a la vista de todo un grupo de incrédulos visitantes. Todo era griterío, alaraquería, cachivachismo, alarma, desbalance, plumas rotas.

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