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ámsterdam del alma

holanda niega su historia

Tras el asesinato del leontino cineasta, alzaron sus voces señores del mundo de la academia, de la historia, de la cultura, de la educación, proponiendo nuevos métodos de enseñar historia. Se trataría, por último, de enseñar al ciudadano medio cuáles son los valores con los que se edificó esta sociedad. Los grupos étnicos, así, se harían con un bagaje en derechos humanos del que presuntamente carecerían, pues dispuestos parecen estar a asesinar en lugar de presentar querellas. Esta era la idea detrás de este afán de instruir a la plebe.

A la vez, desde uno de los palacios del reino, se decide hace unos meses terminar con las relaciones que mantenía con Surinam, país que ocupó Holanda en determinado momento de su trayectoria histórica, y del que extrajo todo lo que se le antojó. También esclavos (Surinam se fundó con esclavos). Hoy los deja tirados, a la deriva económica, negando cualquier vínculo histórico. Ya unos meses antes había decidido cortar la ayuda al desarrollo que le suministraba.

Yo ayer escuché hablar al nieto de un negro, esclavo de la Casa de Oranje, que luchó en una de las guerras iniciadas por la corona en lo que fueron sus colonias. De esto nadie sabe nada. Capítulo siniestro. En el cole no se enseña. No cuadra con sus niveles de desarrollo a los ojos de Occidente. Holanda obligaba a los negros a dar la vida por el confort del culo de su reina. Holanda ideó y practicó la esclavitud de seres de otras etnias y latitudes.

En los años 80 la universidad de Utrecht debió alegrarse, pues en sus aulas crecía y exponía sus trabajos etnográficos el mayor especialista en indios de Surinam del planeta. El tipo abrió escuela, aplicando una abarcadora mirada estructuralista al estudio de los aborígenes de los territorios ocupados por los piratas holandeses. Hoy no hay espacio para este hombre. No tiene sitio en la academia; no se creó ningún instituto dedicado a lo que él iniciara, y que dio gloria en el extranjero a la antropología holandesa. Motivo: su acercamiento a las colonias no es comercial, sino cultural, y -seguramente más importante- el tipo no es holandés. Y en este país, tan germánico, el derecho que cuenta es el de sangre.

[ ] A ver qué les cuentan a sus biznietos.

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